28 jul 2009

NO VIVIMOS PARA ELLOS, PERO NOS GUSTA QUE NOS MIMEN

UNA RESEÑA AGRADABLE NO LE HACE MAL A NADIE

Salió a las tiendas el cuarto disco de Sinergia "El imperio de la estupidez", lejos el más consistente de su discografía. Y no lo digo porque me haya tocado ver de cerca el suceso.
En general la banda es popular, pero muy mal tratada o simplemene ignorada por la prensa "especializada" .
Conozco la sensación de impotencia que produce el que nadie comente tu trabajo. Es preferible que te digan "me cargó" a que nadie se manifieste.
La cosa es que Marcelo Contreras, una de las personas que lleva muchos años escribiendo de música y asistiendo a tocatas escribió una reseña bastante "en buena" y menos de "yo no lo hubiese hecho así" en el Mercurio, lo que me alegró ayer. Y más encima hizo referencia al documental "Yo soy así" que acompaña al disco y que realicé con mucho gusto.

Esto opinó:

"Tienen la compulsión de retratar al chileno medio con ojo lúcido para describir personajes, actitudes y detalles del carácter nacional. Sinergia habla de "metal pájaro" para definir su propuesta. Por filosofía y música, se trata de una derivación del rock duro según la escuela de Faith No More. Implica risas e ironías a punta de riffs pesados, bajos acrobáticos, baterías incansables, retoques electrónicos, y absoluta falta de complejos para revolver estilos. Este cuarto álbum de la banda de Conchalí refleja que la inspiración metálica y funk sigue rendida a los 90, al cantante Don Rorro, desinteresado en ampliar sus dotes interpretativas (continúa entonando como un dibujo animado, lo que a su vez es la marca registrada de Sinergia), y que el aporte de Panoramix y Humitas con tomate en tornamesas y teclados actúa como un efectivo saborizante que matiza la esquizofrenia metalera. Por otro lado, en tiempos de descargas gratuitas, la edición de "El imperio de la estupidez" es un gesto de resistencia. El primoroso empaque se puede montar como un adorno con figuritas recortables de los miembros de Sinergia. Suma un DVD con un documental dirigido por Eduardo Bertrán, registrando los bastidores de distintas tocatas por ciudades y pueblos. Es el Chile profundo retratado por un lente que se detiene en pequeñas grandes escenas, protagonizadas por una banda de rock que no posa como tal."